Día internacional del orgullo LGTBQI+
POR FERNANDO BARRIOS:
Celebrar disturbios (Stonewall (Nueva York, EEUU) en 1969), es quizás una manera de recordar que una sociedad endocisheteropatriarcal colonial, clasista y racista no cesa de no admitir- a pesar de su mascarada tolerante, inclusiva y diversa a quienes cuestionan sus bases, las perturban.
La redada policial en el pub Stonewall Inn en un barrio de Nueva York, no es sino una de las manifestaciones violentas de un sistema, que requiere ser analizado y puesto en crisis de manera localizada, interseccional, geopolíticamente referenciado a través de prácticas múltiples en todos aquellos campos que se sientan convocados a ello: así como en la vida cotidiana y su micropolítica.
Cada vez más hemos ido entendiendo la imbricación de las luchas: feministas, antiespecistas, antifascistas, queer-degeneradas, raciales, de clase, migrantes; así como la gran apuesta por vidas vivibles y una repons-habilidad multiespecie, enredos cyborgs, que habiliten otras configuraciones de mundos posibles, aún por-venir.
Si el arte contemporáneo aún mantiene alguna utilidad, será la de producir nuevos disturbios cada vez, la de ponernos en crisis epistémica provocando efectos reales en las vidas de quienes nos prestamos a ser afectadxs, infectadxs...
POR CLAUDIA MERA:
¿Por qué alguien se definiría a sí mismo como degenerado?
Hace unas horas, Gabriel Peveroni me preguntaba de dónde surgieron las razones para hacer esta muestra. Honestamente, yo no podría identificar una necesidad de plantear concretamente algo, sino más bien una permanente curiosidad, un interés profundo por sumergirme en algo sobre lo que he reflexionado durante mucho tiempo, pero que nunca había tenido la oportunidad de investigar en conjunto o con un curador tan solvente en el tema como Fernando Barrios. Y no podía contestarle simplemente a Peveroni que me gustó la idea porque venía de Fabricio, y compartir lo que sea con él siempre es divertido y estimulante.
El proceso de trabajo se inició de manera espontánea, muy asociado a la diversión y a la empatía, como siempre que se proyecta el avance hacia un espacio de más libertad y posibilidades de acción. Por mi parte, con la intención de investigar, además, las nociones de género también discursivo o estético y el desarrollo de los procesos de construcción de sentido.
De un modo caótico, intuitivo y con importantes cargas afectivas, construimos la foto que identificaría la muestra, poniendo nuestros propios cuerpos al servicio de la misma.
Nos montamos, construimos identidades y elaboramos un afiche en el que los cuerpos de los artistas están presentes, con una estética más teatral que la usualmente asociada a las artes visuales.
Esta fue una primera subversión del género de la que tal vez no fuimos conscientes, una primera desarticulación sobre las formas de elaborar los discursos que sostienen todas las cosas. No sólo el binarismo hombre-mujer, sino el artista-no artista, obra-no obra y un largo etcétera. Así aparecieron las primeras resistencias. ¿Corresponde esto? ¿Está habilitada la ficción sobre la imagen del artista en los espacios destinados a la legitimación del artista? ¿Se puede traspasar ese límite entre la narrativa de la obra y la narrativa de la muestra en cuanto género discursivo?
Sabemos que hay formas determinadas de escribir una invitación a una muestra de Artes Visuales, y aún de Arte Contemporáneo. Sabemos que hay formas determinadas de presentar un curricular que relata la vida del artista, sus obras y muestras anteriores, legitimando en suma su calificación como persona artista habilitado para hacer en el espacio establecido lo que hace y que esto sea calificado como un producto que pertenece al espacio que intenta habitar. Más allá de la función paratextual de esta información, son géneros específicos, que admiten determinados estilos y no otros. Cuando el estilo parece no corresponder con el género la legitimación se pone en duda. Aparecen las críticas y como resultado de estas, aparecen los miedos y la propia inseguridad. Y lo que pasa en el arte o en la investigación sobre el arte, pasa en la vida, pasa en todos lados. Las resistencias, los miedos, los egos, todos los cuestionamientos relacionados con las identidades, la imposibilidad de sostener la falta de género, de reglas, el terror a lo indefinido o inidentificable. Todo es atravesado por el género, en sus dos acepciones.
La endogamia generadora de discursos usualmente no admite a los des generados, no los reconoce, y es lógico, ya que está construida para operar sobre sus propios discursos, no sería endogamia si no se comportara validándose a sí misma sobre parámetros de pertenencia y exclusividad.
Al interior del grupo de trabajo surgieron otras cuestiones interesantes asociadas a la subversión de género, tal vez motivadas por nuestras inseguridades, tal vez por la incertidumbre del trabajo sobre la indefinición, tal vez por la naturaleza humana que se desacomoda y necesita defenderse cuando se ponen en duda las certezas personales. Pero todo ello pudo sostenerse de alguna manera sobre la necesidad, la urgencia casi, de ser y estar en la Engelman de la mejor manera posible, profundamente agradecidos por la oportunidad que se nos brindaba.
Aprendimos en estos días, que cualquier tipo de género se construye para habitar en una comunidad, por eso las opiniones de la comunidad o de los elementos controladores o poderosos de la comunidad son importantes. Aprendimos sobre cómo y porqué surgen las disidencias, las traiciones, las mezquindades, y por qué cuando el género es definido como único, todo lo que no le pertenece es rechazado.
El género absoluto implica necesariamente la muerte de todos los estilos, porque son éstos quienes, con la persistencia de la gotita, van horadando los límites hasta convertirse en elementos del género, ampliándolo, democratizándolo. Cuando se define una forma de hacer o de ser como única, todas las demás deben ser eliminadas, no hay alternativas. Aprendimos entonces, también sobre nosotros mismos, como seres humanos transversalizados por prejuicios y miedos, y viendo éstas cosas fue como crecimos, espero.
Porque es cuando las identidades son cuestionadas sobre un único género, que lo degenerado aparece como descalificante, dejando de ser una neutra definición de lo que queda fuera del género. Es la unicidad lo que separa y destruye, es el gen de la autodestrucción, de la limitación, de la clasificación innecesaria, lo que nos aleja, nos deshumaniza, nos enfrenta en batallas y persecusiones injustas. Llámese heterosexualidad obligatoria, raza aria, realeza, o gente bien. Todo lo que ES como regla, elimina el derecho de existencia de lo que NO ES. El sujeto no degenerado necesita apartarse del que sí lo es, necesita desacreditarlo, porque cuestionando la identidad del otro legitima la suya como correcta, sin importar lo arbitraria que sea: yo no soy esto que expongo a crítica, yo sí cumplo con las reglas, yo soy, el otro no es. De esta manera se construye un universo en el que aquello que no es como debe ser, tiene que ser eliminado. Como si se tratara de un juguete fallado, como si se estuvieran incumpliendo las reglas de un fabricante omnisapiente, en un mundo preconstruido, en una película ya editada.
Probablemente éstas sean muchas palabras para decir simplemente que somos seis degenerados admitidos, porque todos abrazamos la libertad de elegir quienes ser, aunque sea sólo por un rato.
Y si bien resultamos ser muy diferentes, tanto que a veces nos peleamos y lloramos y nos separamos con la idea de no vernos nunca más, estamos de acuerdo en una cosa: la verdadera riqueza de una civilización es su diversidad, no porque alguien lo diga, sino porque la diversidad está en la naturaleza de todo lo que existe y basta con mirar alrededor.
Somos seis degenerados en un mundo degenerado, que a veces pretende ser otra cosa, pero cuando se lo permitimos, en un buen lugar en el que estar.
Somos seis degenerados, y nuestra muestra no intentó nunca ser una bandera que se planta frente a otros afianzando diferencias, sino un horizonte que propone, pacíficamente, amorosamente, que todo puede ser posible.
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